Quiero parar un momento antes de seguir publicando en este blog porque seguramente os preguntaréis qué relación pueden tener muchos de los temas aquí tratados: capital social, liderazgo, ira, ego, inteligencia emocional, organizaciones y otros que se irán entremezclando. Su punto de relación es, somos las personas y nuestro contexto social y organizativo. Considero que en la actualidad el talento, el emprendimiento, la innovación y todos aquellos procesos que las empresas deben implantar para conseguir una competitividad sostenible debe fundamentarse en las personas, tanto por resultados como por ética.
En contextos de países avanzados, con un desarrollo industrial que haya superado la competitividad por costes (salarios reducidos) e incluso la competitividad por calidad, no queda otro camino que la innovación y el emprendimiento, y considero también que ambos procesos están fundamentados en las personas. Esto implica que gran parte de las ventajas competitivas que deben generar las organizaciones se fundamentan en lo que los llamados antes “recursos humanos” quieran aportar a sus estructuras, el conocimiento que quieran compartir y el espíritu, la actitud, el sentimiento con lo que lo hagan. Darles la relevancia que tienen en las organizaciones hará que se contemple a la persona en toda su integridad, en su parte racional y emocional.
También es imprescindible contemplar la importancia que las empresas, las corporaciones están teniendo en esta sociedad que ya podemos llamar posmoderna. El peso que los mercados están teniendo en la Economía, entendida ya como un fin en sí misma y no como un medio para el bienestar social, hacen que, desde los principios éticos se reclamen su responsabilidad social para crear entornos organizativos saludables que den respuesta a algunas de insuficiencias sociales imprescindibles para una sociedad sana para que pueda apoyar el crecimiento económico sostenible, social, ético, humano. (más…)