cambio organizativo

Emocionalidad y Ética

piedras

 * Los sentimientos y las emociones son indispensables para un comportamiento social normal. Sin ellos, no se darían las repuestas sociales espontáneas que prefiguran un sistema ético o un sistema cultural. Resulta improbable que sin emociones ni sentimientos sociales se crease, por ejemplo, un sistema religioso.

Suprimir la emocionalidad del ser humano tendría como consecuencia un pobre organización de la experiencia suprimiendo la posibilidad de categorizar como bueno o malo dichas experiencias, siendo a la vez difícil o imposible construir la noción de bondad o maldad, o lo que es lo mismo, piedrasde lo que debe considerarse bueno o malo.

Con este razonamiento derivado del funcionamiento del cerebro humano, podríamos diferir que en ausencia de emociones y sentimientos sociales las construcciones culturales existentes no se hubieran generado. También se podría diferir que, siendo como son las emociones anteriores en la evolución al pensamiento inteligente, el sistema emocional subyace al comportamiento ético, sin que esto signifique que lo constituyen por sí solas.

El comportamiento ético no sólo se limita a (más…)

Inteligencia emocional y Cultura

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POEMARIO 5Parece que la comunidad científica está de acuerdo en que existen una serie de emociones universales entre las que se encuentran la alegría, la ira, el miedo y el asco. Todas estas emociones son reconocibles en cualquier parte del mundo. Sin embargo, parece que también los expertos en el estudio de las emociones están de acuerdo en que la cultura tiene un efecto doble en el proceso emocional: en la valoración del estímulo emocional y en la adecuación de la respuesta emocional subsiguiente.

A tenor de esto, mi inquietud es la siguiente: si las emociones tienen un componente cultural PERIFERIAS A TINTA 4determinante en su valoración y en su respuesta ¿podemos hablar de metodologías universales de educación emocional? En un entorno cada vez más multicultural ¿cómo vamos a conseguir que se desarrolle la Inteligencia Emocional tanto en la educación, como en la empresa o en el tejido social? ¿Va a ser posible esta formación teniendo solamente en cuenta la cultura predominante? ¿Pueden las nuevas tecnologías mitigar estas diferencias y universalizar este tipo de formación?

Perdonen ustedes tantas preguntas pero en un entorno cada vez más diverso, más multicultural, creo que estas cuestiones deberían ser tratadas para facilitar el desarrollo de la IE en comunidades que son ya, por definición y por composición étnica, muy diversas.

¿Qué opinan ustedes? ¿Qué grado de importancia le conceden a la cultura dentro del ámbito de la IE?

¿Cómo podemos desarrollar la inteligencia emocional en nuestras organizaciones?

 La transversalidad como forma de desarrollo de la inteligencia emocional en la empresa

ander enero 2015 Pare obvio señalar que la primera forma de conseguirlo es a través de una metodología de formación. Una acción formativa que tendría que contemplar una primera aproximación al concepto para mostrar a los interesados el sustrato de donde viene este constructo: las neurociencias. A partir de aquí, sería conveniente explicar que percibir, comprender y regular las emociones es (más…)

Inteligencia Emocional y empresa… algunas razones

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Llevamos mucho tiempo intentando dar razones para intentar exponer cuáles son los beneficios de la Inteligencia Emocional aplicada a las organizaciones. Entre ellas, hemos citado la mejora del clima laboral, la reducción del absentismo, el favorecer la permanencia del talento en la organización, el incremento de la eficacia en las reuniones de trabajo… También hemos hecho hincapié en la mejora de los procesos empresariales como pueden ser la toma de decisiones, la gestión del conocimiento, la innovación, el liderazgo, el emprendedurismo, la responsabilidad social corporativa… Incluso hemos señalado hasta la saciedad la doble ventaja que tiene la IE en la organización: su aplicación por parte de los trabajadores tanto en su vida laboral como personal mejorando, de esta forma, su bienestar y aumentando su desarrollo personal, familiar y social.

Sin embargo, creo que hay otra forma de abordar este tema. Hablando el otro día con una gran (más…)

Innovación en gestión

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Cuando hablamos de mejorar la inteligencia emocional en empresa de lo que estamos hablando es de procesos de innovación en la gestión. Nuestras empresas están necesitadas de la innovación para sobrevivir, y qué mejor que innovar en los procesos propios del management. De esta forma, los cambios afectarán a todas las personas que trabajan en la empresa, y no sólo a una parte de ellas, a un departamento o a un proceso productivo concreto. Los factores emocionales están en el centro de la gestión de las personas y en la cultura innovadora.

Pero los procesos de cambio son largos, difíciles, y necesitan la implicación de toda la organización. Además, en la institución de este proceso de cambio nos vamos a encontrar con personas entusiastas, reacias e indecisas. A la vista de esto, de su complejidad, pero también desde su necesidad de implantación, mis consejos, basados en Cherniss y Caplan, son los siguientes,

IMG_0110En primer lugar se debe vincular el programa de formación a una necesidad concreta de la empresa y asegurarse que un alto ejecutivo, una persona con poder y autoridad, esté comprometido con el proyecto y lo lidere.

Para esto es necesario asegurarse de que el programa esté fundamentado en una sólida investigación, y que sus estándares de calidad sean altos, con lo que el programa ha de ser que supervisado de alguna forma.

Además, es necesario que la implantación abarque toda la organización. Es conveniente empezar con (más…)

El valor es la persona…*

* Este post fue publicado en el blog de eitb sobre Inteligencia Emocional el 26 de noviembre de 2009
Joseba Sánchez Zabaleta "A las cinco"

Joseba Sánchez Zabaleta
«A las cinco»

o las personas son el activo más importante de la organización, o las personas son nuestra principal fuente de ventaja competitiva o trabajamos con modelos de transformación empresarial basados en las personas… o tantas y tantas formas que se están empleando últimamente en conferencias, discursos institucionales lemas organizacionales y demás foros en los que se habla de empresa de situar a la persona en el centro del devenir económico… sin embargo… cada vez creo menos en ese discurso… o mejor dicho… cada vez creo más en él pero me da la sensación de que se está devaluando de tanto usarlo en la prédica y tan poco en la práctica… me da lástima, o quizás temor, de que se esté desvalorizando algo que es vital para nuestra sociedad, para nuestras organizaciones e instituciones y sobre todo para nuestro futuro.

Digo esto porque la sensación que tengo después de estar y hablar con diferentes personas es que esta idea se está quedando solo en el discurso. Digo esto porque (más…)

Implicación

Herbolario 10-2Hace unos años, cuando Miguel Ayerbe, dictaba la asignatura Cultura Empresarial en la Licenciatura Humanidades:Empresa, la mejor carrera que pude haber cursado, descubrí el concepto de implicación en el libro de Thevenet. En sus palabras la implicación se define como una situación de coherencia, compatibilidad o adecuación entre la persona y el grupo [la organización] en el que trabaja. La relación entre individuo y empresa ya no es unívoca: se da una interacción entre ambos que hace que se cree y se amplíe dicha implicación.

Thevenet decía también que Porter y sus colaboradores la definían como la aceptación convencida de los objetivos y valores de la organización; la voluntad de trabajar en aras de la consecución de dichos valores y objetivos, y un fuerte deseo de participar en la vida organizativa.

A su vez, citaba el modelo ADOP de Holodis, que marcaba un (más…)

Sobre la inteligencia

Mario Alonso Puig diría que esto es un refrito, no conocimiento nuevo y tendría toda la razón. Cuando leí su libro me dio un poco de vergüenza el escribir este tipo de post que recoge una interpretación de un conocimiento generado por otro autor, y un autor de renombre ¡claro!, pero permítanme que lo siga haciendo… aunque sea alguna que otra vez.

Cuando hablamos de Inteligencia Emocional hablamos de un tipo de inteligencia, pero muy frecuentemente nos vamos al mundo de las emociones antes que al mundo del intelecto.

La inteligencia es definida por Howard Gardner como la capacidad para resolver problemas o para elaborar productos que sean de un gran valor para un determinado contexto comunitario o cultural (Gardner, 1995: 25). Sobre esta base, y tras una exhaustiva investigación, Gardner define su tipología de inteligencias haciendo hincapié en la pluralidad del intelecto, es decir, que las diferentes  inteligencias trabajan conjuntamente, no todas con la misma intensidad, en el desarrollo intelectual del ser humano.

Para definir las diferentes inteligencias, en la teoría de las IM (Inteligencias Múltiples) el autor propone una serie de premisas. La primera, que constituye un presupuesto, es su componente biológico, es decir, que estén enraizadas en la bilogía con lo que de aquí se deriva su universalidad para el ser humano.  Afirma también que debe ser evolutiva, que sean parte de la evolución de la especie y que vayan aumentando con la experiencia y la edad.  En este sentido, se entiende que comienza con una habilidad central en cada modalidad de inteligencia que se irá desarrollando con el uso de un sistema simbólico para más adelante apoyarse en un sistema computacional o notacional, basado en el funcionamiento de las neuronas,  que desembocará en aficiones o vocaciones profesionales.

Esta habiliad central es lo que se considera una operación nuclear identificable, o lo que es lo mismo, una serie de informaciones que disparan los distintos tipos de intligencias, como puede ser una sensibilidad especial para los fonemas en la inteligencia lingüística o para entonar bien en la inteligencia muscial. Todo esto debe ser entendido en un cotexto cultural determinado donde se deben solucionar los problemas cotidianos y ser valorados los productos que se elaboren. Finalmente, debe existir la posibilidad de ser diferenciada a causa de un daño cerebral, dejando intactas otras capacidades cerebrales, como se demostró en el caso de Phineas Gage expuesto por Antonio Damasio en su libro El error de Descartes.

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