Me gusta el liderazgo y me gusta más desde la práctica que desde la prédica. La cuestión es que debemos identificar un estilo de liderazgo que pueda servir al reto que tenemos actualmente en las organizaciones que no es otro que el de siempre, su supervivencia, y el nombre que me resuena para ese estilo de liderazgo es el liderazgo de servicio.
Se trataría de un liderazgo que esté orientado al cambio en las relaciones que se están dando dentro de su organización, tanto internas como externas, en intensidad y en calidad. Un liderazgo que entienda la necesidad de generar relaciones de confianza que posibiliten la creación de un capital social que transforme su entorno organizativo. Un liderazgo que contribuya a la innovación social.
Un liderazgo que sirva a las personas, que las aprecie, que las quiera y quiera su desarrollo tanto dentro como fuera de su contexto de influencia, que las vea más como lo que pueden ser que como lo que son, que empatice con ellas, que contribuya a generar un proyecto compartido, que les incite a pensar en grande, que les considere como personas únicas e irrepetibles, que les aguijonee su razón y también su emoción.
Porque este liderazgo tendría que tener en cuenta a la persona en su integridad, en ese compendio de razón y emoción que somos, siendo capaz de generar la resonancia emocional necesaria para contribuir a la movilización de las personas, la transformación virtuosa de las relaciones que mantienen, de generar el espacio de confianza necesario para que se cree ese capital social que comentábamos antes tan necesario para la innovación social en las organizaciones y su gobernanza.
También ha de ser un estilo de liderazgo participativo, colaborativo, que tenga en cuenta a todas las personas de la organización, llegando incluso a algo que en la ortodoxia de la gestión de empresas no se puede ni mencionar… la democratización en la administración organizativa.
También, sin duda, un liderazgo moral, un liderazgo ético y socialmente responsable.
Sé que estoy pidiendo muchas cosas o apostando por ellas para un estilo de liderazgo con el que me gusta soñar porque llevaría, como dice un buen amigo mío, a la muerte del líder. Sé también que es un estilo de liderazgo ya clasificado, definido, analizado por Robert Greenleaf en 1970, con lo que no es nada nuevo… pero también sé que hace ya unos años un emprendedor vasco, Ignacio de Loyola propuso como lema de su liderazgo, y como estilo de liderazgo para su seguidores, ante todo amar y servir… ¿habrá quedado algo de ese estilo de liderazgo entre los directivos de nuestro país?
Con todo esto que les cuento y comparto con ustedes tengo la sensación de que en este espacio seguiremos hablando sobre el liderazgo, sobre cómo amar y servir, sobre cómo innovar socialmente en nuestras organizaciones para poder mejorar personas y entornos… está mucho dicho… pero también falta mucho por decir y mucho más por hacer…
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