Me gusta el liderazgo y me gusta más desde la práctica que desde la prédica. La cuestión es que debemos identificar un estilo de liderazgo que pueda servir al reto que tenemos actualmente en las organizaciones que no es otro que el de siempre, su supervivencia, y el nombre que me resuena para ese estilo de liderazgo es el liderazgo de servicio.
Se trataría de un liderazgo que esté orientado al cambio en las relaciones que se están dando dentro de su organización, tanto internas como externas, en intensidad y en calidad. Un liderazgo que entienda la necesidad de generar relaciones de confianza que posibiliten la creación de un capital social que transforme su entorno organizativo. Un liderazgo que contribuya a la innovación social.
Un liderazgo que sirva a las personas, que las aprecie, que las quiera y quiera su desarrollo tanto dentro como fuera de su contexto de influencia, que las vea más como lo que pueden ser que como lo que son, que empatice con ellas, que contribuya a generar un proyecto compartido, que les incite a pensar en grande, que les considere como personas únicas e irrepetibles, que les aguijonee su razón y también su emoción.
Porque este liderazgo tendría que tener en cuenta a la persona en su integridad, en ese compendio de razón y emoción que somos, siendo capaz de generar la resonancia emocional necesaria para contribuir a la movilización de las personas, la transformación virtuosa de las relaciones que mantienen, de generar el espacio de confianza necesario para que se cree ese capital social que comentábamos antes tan necesario para la innovación social en las organizaciones y su gobernanza.
También ha de ser un estilo de liderazgo participativo, colaborativo, que tenga en cuenta a todas las personas de la organización, llegando incluso a algo que en la ortodoxia de la (más…)