Hace ya unos años, cuando dictaba la asignatura del Cambio Organizativo, me planteaba ya si realmente las organizaciones, fuesen empresas, instituciones o cualquier forma que tenían las personas para organizarse y conseguir sus objetivos, querían realmente cambiar o no, querían innovar o no. La imagen que en aquellos tiempos servía de metáfora a esta inquietud era la siguiente…
… y lo más significativo es que hoy en día sigo con la misma duda. Duda que me surge sobre todo cuando trato con grandes, viejas y poderosas organizaciones, o mejor dicho, con personas que trabajan en ellas. Hablo de instituciones que preconizan la necesidad de emprender, de innovar, de cambiar, de competir, de organizaciones que marcan, o por lo menos lo intentan, la pauta del cambio social, empresarial, la necesidad de innovación. Pero a mí me suele dar la sensación de que ellas no quieren cambiar, de que sus integrantes andan más preocupados en que cambien los demás, en que cambie el otro para que ellos no cambien, de mantener su statu quo. Y no solo me ha pasado esto en mi país, sino que cuando viajo suelo encontrarme con la misma e insistente realidad… cambia tú para que yo no cambie. Lo malo es que muchas de esas personas dirigen los de departamentos o unidades de innovación en dichas organizaciones.
Considero que la innovación, que el cambio, que el emprendimiento deben considerarse prioritarios en un momento que estamos en un cambio de era. Considero que esos pensamientos, intenciones, actitudes, forma de comportarse deben constituir el perfil competencial de las personas que demandan esos procesos y de no ser así, de no tener esa forma de ser manera, ponerse al servicio de aquellos que sí lo son para conseguir de la creatividad, el cambio, se (más…)