Quiero parar un momento antes de seguir publicando en este blog porque seguramente os preguntaréis qué relación pueden tener muchos de los temas aquí tratados: capital social, liderazgo, ira, ego, inteligencia emocional, organizaciones y otros que se irán entremezclando. Su punto de relación es, somos las personas y nuestro contexto social y organizativo. Considero que en la actualidad el talento, el emprendimiento, la innovación y todos aquellos procesos que las empresas deben implantar para conseguir una competitividad sostenible debe fundamentarse en las personas, tanto por resultados como por ética.
En contextos de países avanzados, con un desarrollo industrial que haya superado la competitividad por costes (salarios reducidos) e incluso la competitividad por calidad, no queda otro camino que la innovación y el emprendimiento, y considero también que ambos procesos están fundamentados en las personas. Esto implica que gran parte de las ventajas competitivas que deben generar las organizaciones se fundamentan en lo que los llamados antes “recursos humanos” quieran aportar a sus estructuras, el conocimiento que quieran compartir y el espíritu, la actitud, el sentimiento con lo que lo hagan. Darles la relevancia que tienen en las organizaciones hará que se contemple a la persona en toda su integridad, en su parte racional y emocional.
También es imprescindible contemplar la importancia que las empresas, las corporaciones están teniendo en esta sociedad que ya podemos llamar posmoderna. El peso que los mercados están teniendo en la Economía, entendida ya como un fin en sí misma y no como un medio para el bienestar social, hacen que, desde los principios éticos se reclamen su responsabilidad social para crear entornos organizativos saludables que den respuesta a algunas de insuficiencias sociales imprescindibles para una sociedad sana para que pueda apoyar el crecimiento económico sostenible, social, ético, humano.
En este contexto, con estos argumentos de competitividad y ética, se hace necesario poner al ser humano, incluyendo cómo no su medioambiente, de nuevo como centro de la actividad empresarial y social, y como centro incluir en su entendimiento y en su gestión las variables socio-emocionales. Realidades que, curiosamente, son aquellas que unen, que igualan sin caer en el igualitarismo a todos los seres humanos, más allá de las variables culturales, ya que como especie tenemos el mismo comportamiento, la misma reacción emocional aunque los estímulos que las generen tengan distinto componente cultural y de estrato social.
Hace unas horas un alumno me decía, espero que con cariño, “¿vas de experto?” y la contestación, no sin antes experimentar un acceso de ego (iracundo) es que no. Pero arrastro ya unos años, he leído algo a lo largo de mi vida, provengo de una familia muy comprometida con lo social y la política y ya tengo algunas ideas algo claras por lo que lo que aquí planteo es un convencimiento vital que está marcando la conceptualización que en cuanto a la empresa y a la vida tengo.
Por lo tanto, no os extrañéis de leer cosas que parezcan, a veces, inconexas en este blog y sirva este post como enlace o guía para poder comprender mis aproximaciones al tema principal: la vida y la vida de las organizaciones. Marta Iraola, una profesional a la que admiro, me decía con respecto al blog: “Ha de ser exclusivamente profesional Rogelio”… como entenderás después de estas líneas, para mí profesional es todo lo que les ofrezco, incluyendo, en algunos casos, experiencias personales, ya que no sé aprender de otra forma más que viviendo… y a veces ni eso…
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