Las emociones: la otra cara del ego

IMG00296-20111127-1147Hay otro elemento que pertenece al ego, esbozado este en otro post anterior, y que marca el devenir automático de nuestra mente: las emociones.

Emociones referidas no a esos impulsos, esos patrones de respuesta y pensamiento cuasi automáticos que nos generan las cosas cotidianas de la vida, que nos generan todos nuestros sentidos exteroceptivos (vista, oído, tacto, gusto y olfato), sin tan siquiera los interocpetivos. Estas respuestas emociones están más ligadas a la evolución y en este momento me gustaría darlas como necesarias, como posibles generadoras de placer o displacer pero no de sufrimiento.

A las que me refiero, son a las que anidan en nuestro inconsciente, en nuestra memoria, en, como decía el maestro en un retiro de meditación, en nuestras células y que conforma nuestra emocionalidad de fondo, como ya apuntaba Antonio Damasio. Me refiero a las que se generan con un estímulo que proviene de la mente y que a su vez generan más pensamiento, que generan sufrimiento.

Una emocionalidad que sin saber muy bien ni cómo ni por qué te atrapan en un momento dado a traición, sin apenas justificación, sin avisar. Una emocionalidad que está fundamental mente generada por los pensamientos y que como pensamos que nos constituye nos atrapa. Unos pensamientos que en la identificación automática que hacemos reuniendo SER con PENSAR también rumiamos que esas emociones también son lo que somos, que nosotros somos ellas… en lugar de observar cómo se produce el fenómeno emocional en nuestro cuerpo y observar también de qué pensamientos genera, lo que no haría conscientes del proceso y no lo padeceríamos con un suceso.

Unas emociones que van lacerando el cuerpo con un sufrimiento generado de forma, podríamos decir, inconsciente, involuntaria 20140722_192347por lo menos en un principio, innecesaria, gratuita y generando una espiral de pensamientos y emociones desagradables y, por supuesto, desadaptativas. Unas emociones que provenientes del pasado, incluso de un pasado que no es el tuyo, viejas pero aún vivas[i], que se retroalimentan de ellas mismas y que incitan a la adicción a la infelicidad. Y no, si os lo estáis preguntando, en este aquelarre emocional no hay muchas emociones positivas, por no decir ninguna, ya que estas anidan en otros estados de conciencia. Emociones indicviduales y colectivas, de cuadrilla, de banda.

Como os aprecio, a los que estáis leyendo esto digo, no podría acabar aquí, con las tripas seguro que ya revueltas por la introspección realizada inconscientemente. Observarlas, pero no pensarlas, observarlas para ser conscientes de ellas, de dónde se sienten en el cuerpo, qué actividad generan, que pensamientos disparan. Observarlas en el momento en el que estáis, en el que vivimos, en el ahora, el momento presente. Observaros con ecuanimidad, sin juzgaros… pero observad cómo funciona vuestra mente, la de todos, y eso hará que las emociones bajen de intensidad y nos permitan tener más conciencia de la vida.

¿Fácil? No. ¿Eficaz? Probadlo. ¿Incremental? Sí, con perseverancia y un buen maestro, como casi todo en esta vida. ¿Una tontería más? Puede ser, la respuesta os la dará la experiencia. ¿Hay esperanza? ¡Claro!

Yo, de todo esto, hablaré más adelante…

[i] Extraído del libro de Tolle en su página 40.

¿Me acompañáis?

¿Habéis observado aluguna vez cómo funciona vuestra mente?

9 comentarios

  1. La verdad es que es un ejercicio apasionante observar nuestras emociones y pensamientos y ver cómo se retroalimentan… Nos dicen mucho sobre nosotros y sobre los demás. Gracias por la reflexión Roge!

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