Siempre quiero estar con ella, más aún si es fuera del trabajo… porque además somos compañeros de trabajo… y unos buenos amigos.
La conocí teniendo yo 40 años… ella era prácticamente una niña. Yo estudiaba en Deusto y ella trabajaba como la persona encargada de las prácticas en la Facultad, en la carrera Humanidades:Empresa, la mejor carrera del mundo, de la que ambos somos licenciados (ella tiene otra)… y me cautivó su sonrisa… y lo sigue haciendo.
Cuando le conocí, por un tema académico seguro, me acuerdo que expresión era un compendio de picardía, inocencia, profesionalidad, naturalidad y clase. A mí me recibía como al alumno “abuelo” de la promoción y la comunión de almas fue inmediata ya que la sonrisa es un buen atajo para llegar al corazón de las personas, más aún cuando ambos jugábamos con la diferencia de edad y las diferentes responsabilidades (ella miembro de la Universidad y yo un alumno… ella una jovencita para un señor como yo).
Tengo que decirles, y seguro que ella se acuerda perfectamente de cómo se fue gestando poco a poco nuestra relación de amistad, mucho mejor que yo seguro, ya que tiene una memoria prodigiosa, más aún para las cuestiones relacionadas con Deusto, que yo no recuerdo cómo se fue construyendo, pero sí sé que se ha convertido en una amiga, un apoyo, una alegría en el día a día y una fuente inagotable de satisfacciones, tanto que siempre quiero estar con ella…
En el trabajo es una persona capaz, culta, entregada, responsable, preparada, conocedora de contextos y tareas, entusiasta, emprendedora, innovadora, responsable, comprometida y mil cosas más que me dejo en el tintero seguro. Sin embargo, es su parte de relación, de amistad, de cariño la que más me llama la atención, la que más me cautiva.
Vaya por delante que se trata de una mujer que tiene a su hombre, al que ama profundamente; su hijo (lo más bonito del mundo) que es su norte, su luz; un buen grupo de personas que son grandes amigos, y una familia a la que idolatra, y cuando digo todo esto no lo digo de forma retórica, sino que es tal cual lo cuento. Porque detrás de esa sonrisa, se encuentra una auténtica leona, una luchadora que se deja la piel por las personas que quiere, que se implica en sus problemas, que procura solucionarlos, que lucha por ellos, que arranca la piel de quien les quiera hacer daño, siendo, además, muy discreta con todos ellos, con todas ellas, con lo que cuenta, más aún cuanto más cerca estén de su corazón, más ligados a sus principios, a sus valores.
Por todo ello, siempre que salimos quiero estar con ella y es en la calle, cuanto estamos de cena o de comida (hasta sus modales en la mesa son exquisitos), donde la disfruto más. Porque su sonrisa lleva por detrás a una persona absolutamente divertida, dotada genéticamente para la fiesta, para la buena fiesta ya que es alegre, jovial, bella, sensual, lanzada, incansable, cosmopolita, mundana, bien relacionada, con una buena conversación… y siempre sonriente. Ella es la que me abrió la puerta a un grupo de amigos de los que ya les hablaré más adelante. Ella es la que me permitió disfrutar de su compañía, de sus conversaciones, de su vida, de sus risas, de su sonrisa…
Siempre me han dicho que soy un poco pelota… quizás tengan razón… no siempre… pero es que la quiero mucho, y siempre quiero estar con ella, siempre quiero refugiarme en su sonrisa, compartirla, ser parte de ella…
Para cerrar, para ella, les dejo con una pieza que a ella le encanta, de Beethoven, El emperador (Concierto para piano nº 5 en mi bemol mayor, opus 73), y en concreto el 2º movimiento Adagio un poco mosso. Como imágenes he puesto algunas pinturas de Jesús Montes, por su relación con el Bidasoa, con el Baztan…
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