A partir de nuevas ideas, generar riqueza de forma sostenible y sostenida. Esa es la definición de innovación que me lleva acompañando ya un tiempo. Se la escuché a Fernando Alfaro en el programa INNoVaNDiS. La cuestión que me ocupa hoy es cómo encajar la belleza en esta ecuación. Cómo encajar la innovación y el emprendimiento cuando hablamos de arte. Les cuento el caso. El caso de una persona a la que me une una muy buena relación y cuya obra suele aparecer en este blog.
egi.ka, nombre de su marca personal, ya que por privacidad voy a omitir su nombre de pila, se ha convertido para mí en paradigma del cambio, del arrojo, del emprendimiento y, sobre todo, de la apuesta por uno mismo, por una misma, por sus convicciones.

Se trata de una persona con una amplia trayectoria laboral desarrollada en el segundo sector, en la construcción concretamente, en puestos de gestión y desarrollo de negocio. Además, con una reputación consolidada, y estando ya más cerca de la jubilación que del emprendimiento temprano, egi.ka podría haber dejado su pulsión artística en el ámbito de los hobbies y seguir su ya rentable recorrido profesional. Sin embargo, no ha sido así, ha apostado por él. Y esta apuesta no ha sido fácil.
Ha tenido y tiene mil dudas: si está a tiempo todavía, si podrá sobrevivir, si el mercado aceptará sus creaciones, si sus ideas tienen calidad artística, si son consistentes sus propuestas estéticas, los materiales que utiliza, el color, las técnicas… Su timidez hace que su obra la considere inferior a la de los demás (no siempre), pero le puede la necesidad de plasmar lo que le viene a la mente, lo que ve en su espacio mental, esperando que a alguien le guste. No tiene una técnica depurada y sí tiene un gran conocimiento de materiales diversos, una afinada y creativa concepción del espacio y una obsesiva curiosidad por todo lo que le rodea. Iniciado hace ya un tiempo con artistas plásticos reconocidos, se ha ido decantando por las artes visuales, centrándose en la pintura y la escultura abstracta. Sus series EXTRUIDO y HUTS son un claro ejemplo de ello.
Con todo esto, no pretendo loar al artista, algo para lo que no estoy preparado puesto que no soy crítico de arte, sino atender a la persona en su necesidad de creación como expresión vital. Además, a egi.ka no creo que le guste esa etiqueta, la de artista, ya que le parce demasiado ambiciosa para él. Cuando coincidimos, hay veces que noto como su mirada está viendo cosas que yo no veo, que hace preguntas que yo no espero y que tiene un concepto del tiempo diferente al común de los mortales. Goza de una visión del mundo particular y quiere expresar esa visión a través de sus obras, de su producción artística.
Hace unos días egi.ka me decía: lo que más me gustaría es que, pasado un tiempo, cuando ya no esté aquí, alguien que viese una obra mía, alguien que no supiese quien soy dijese: qué bonita es. Un deseo muy humilde a lo que está dedicando ya sus días. Ojalá tenga el reconocimiento del público, su reconocimiento.
Esa es su apuesta, Ese es su cambio. Así es como quiere vivir. ¿Conseguirá que se convierta en innovación? ¿Le irá bien? Lo que sí está claro es que es innovador y emprendedor en lo mejor de sus acepciones. Vaya desde aquí el respeto y admiración que merecen esas actitudes. Más aún cuando la apuesta es por uno mismo.
¿A ti qué te parece? ¿Te gusta lo que ves?

















y les ayudan a conseguirlo, casi pro bono, con un reconocimiento prácticamente curricular en el que no se contemplan las horas invertidas, la paciencia aplicada ni el conocimiento compartido. Se trata, en definitiva, de un conjunto de personas preocupadas por el avance del conocimiento y de la educación de las personas que han de transformar el mundo. Ojalá que la sociedad y cada ciudadano y ciudadana comprenda y reconozca también este esfuerzo y no se banalice como está ocurriendo desde ya hace tiempo.

Hace ya dos años, más o menos, tuve el placer de entrevistar a 




















Conocí a José Luis Alonso Andreano hace tiempo, en 1994… él era un crío… yo ya tenía encima cien mil batallas, o eso me creía… Trabajamos juntos nueve años, compartimos crecimiento laboral y personal, desarrollamos el 






